Hace unos pocos días Apple anunció, por fin, el iWatch. Esencialmente de lo que
estamos hablando es de un reloj conectado y sincronizado con el móvil. Y a mí
me dio por sentirme como una rata a la que hacen andar por un laberinto en un
laboratorio. Me explico.
Si ha habido alguien que no podía vivir sin reloj esa he
sido yo. Un reloj tiene una doble función: estética y práctica. La parte
práctica está clara: el reloj te dice qué hora es pero esa función fue
sustituida por el móvil. Pensad por un momento cuantas personas conocéis que
hayan dejado de llevar reloj porque miran la hora en el móvil. La otra función,
la estética, es la que el móvil no ha podido sustituir.
En realidad en función de cuál de las dos funciones, la
práctica o la estética, prime para cada uno encontraremos que hay personas que
continúan usando reloj (esencialmente porque prima la función estética) y
cuales han dejado de usarlo (aquellos para los que el reloj representaba una
funcionalidad práctica). Pues bien, para todos aquellos que habíamos dejado de
usar reloj ahora nos proponen que nos volvamos a comprar uno.
Lo gracioso de todo esto es que si lo analizamos fríamente lo
que me proponen es que me gaste unos 400€ un reloj que parece un reloj pero que
en realidad es un dispositivo conectado que esencialmente sirve para no tener
que sacarte el móvil del bolsillo. Llamadme loca pero no lo termino de ver
claro. No porque esté en contra de llevar algo en la muñeca (la fitbit no se
separa de mi ni para dormir) si no porque la pantalla es muy pequeña, vale una
pasta y no le encuentro la utilidad práctica más allá de no tener que sacar el móvil
del bolsillo. Y yo por eso no suelto cuatrocientos eurazos.
El caso es que tengo amigos que están fascinados con la idea
del iWatch. Yo estoy fascinada con mis amigos. ¿No es maravilloso?
Y me puse a pensar. Los chicos de Apple tendrán muchas cosas
pero tontos no son y el desarrollo y lanzamiento de un dispositivo de estas características
está estudiadísimo. Así es que, ¿cuál es la propuesta de valor real que el
iWatch ofrece al usuario? y ¿qué gana Apple con este dispositivo? En realidad
es muy sencillo:
- El usuario compra exclusividad. Quién lleva un iPhone encima compra un teléfono pero compra también exclusividad. Me da en la nariz que este tipo de cliente no ha dejado de llevar reloj porque un reloj es a la vez una pieza estética. Desde esta óptica el iWatch es la unión perfecta entre estética y tecnología.
- Pero hay mucho más y eso es lo que gana Apple: datos. El iWatch viene diseñado para recoger datos sobre la actividad física diaria de quién lo lleva puesto. Una manera de desactivar wereables como Fitbit a la vez que se hace con los datos de actividad sus clientes.
Y todo esto nos obliga a ver la realidad que tenemos enfrente:
la lucha por los datos de actividad física y de salud de cada uno de nosotros.
Esos datos tienen un valor incalculable pero ¿para quién? Esencialmente para las
aseguradoras que, por cierto, tienen pasta para pagar por ellos. Probablemente
si nuestro seguro médico nos preguntara cuánto andamos de media no
contestáramos la verdad o ni siquiera lo sabríamos con exactitud pero ahora hay
alguien que sí lo sabe ya sea Apple, Samsung, Fitbit o nuestro primo el de
Ávila.
Los datos relacionados con nuestra salud son los que generan
más reticencia cuando se pregunta por ellos pero si los damos casi sin darnos cuenta la
cosa cambia. Cuánto andamos combinado con por donde andamos, qué nos gusta, que
aplicaciones tenemos instaladas, qué sitios web visitamos y blablablá.. dice
mucho sobre nosotros.
La realidad es que, como
ya he comentado en otro post, los wereables ofrecen información muy útil
para mejorar nuestro estado físico pero conviene pensar muy bien en manos de
quién ponemos esos datos. Mi consejo:
1.- Leer con mucho detenimiento las Condiciones Generales de
cada dispositivo y servicio
2.- Pagar por el servicio. La cosa se trata de ganar dinero.
Si no pagamos nosotros por el servicio otros pagaran por nuestros datos. Yo,
personalmente, prefiero que la empresa gane dinero conmigo y no con mis datos.
Dentro de un par de años viviremos en un mundo distinto pero
aún no sé cuál. El tiempo y nuestras elecciones lo dirán.