Como mi lado trasto me puede hace ya meses que me compré la Fitbit Flex. Quería probar un wereable y ver qué tal funcionan, qué aportan y si merecen la pena. Y por supuesto comprobar hasta qué punto se compromete nuestra privacidad.
La gran preocupación es que estos wereables recogen datos referentes a salud y que la mayoría de las empresas (por no decir que todas) están en Estados Unidos y tendemos a no fiarnos. Lógico. Precisamente por ello creo que hay que elegir bien en quién confiamos. Yo me molesté en leerme las políticas de privacidad de unos y otros y opté, como os digo, por Fitbit. También hay que ser conscientes de que estas empresas necesitan ingresos, no podemos pretender que comprando un Fitbit nos estén prestando servicios durante años de manera gratuita así es que pagar la opción Premium es algo a considerar (45€/año es un precio más que razonable) y lo cierto es que si verdaderamente la usas la opción Premium es casi una necesidad porque cada vez quieres más datos. Es así.
Bueno, a lo que íbamos. ¿Qué hacen estas pulseras por ti?
- Recoger datos todo el día. Parece una tontería y algo simple y obvio pero lo cierto es que sin datos no se puede obtener información y, por tanto, no seremos capaces de tomar decisiones que nos lleven donde queremos ir.
- Nos pintan un dashboard que convierte esos datos en información. Cuando llevamos usando la pulsera un par de meses comenzamos a ver nuestro propio patrón incluso si no sabíamos que existía. Yo he descubierto cosas muy interesantes de mi misma.
- Podemos nutrir el dashboard con información adicional de manera cómoda gracias a la aplicación móvil. Cosas como cuánto agua bebemos, qué estamos comiendo, nuestro peso.. Datos que aportan más detalle y mejor información a nuestro dashboard.
- La configuración de la privacidad es exquisita y por defecto viene cerrada a otros.
- Somos competitivos así es que existe una cierta gamificación que te permite tratar de obtener badges superando retos que tú mismo eliges pero también buscar amigos y competir con ellos. Sólo os diré que ahora subo hasta mi piso por las escaleras para que mis amigos no me adelanten en el ranking.
¿Qué esto tiene consecuencias? ¡Claro! Lógicamente una vez que esos datos existen sus usos potenciales son muchos y muy diversos. En ocasiones para bien y en ocasiones para otros usos más discutibles pero médicos, aseguradoras, jueces, empresas y otros muchos. Echen su imaginación a volar. Sin embargo no tiene sentido negarnos a utilizar lo que puede ayudarnos a mejorar, la tecnología ya está aquí, el precio es más que asumible y las ventajas son innegables.
Mi consejo: pierdan el miedo a las pulseras de actividad y anímense a probarlas. Poner nuestros datos a nuestro propio servicio es algo absolutamente lógico. Eso sí, no olviden que si estamos recogiendo datos es para poder tomar decisiones a partir de esos datos. ¡Ánimo!
Nota: este post se publicó por primera vez en mi Blog en Colombia Digital y pueden verlo aquí